VAMOS A DESMITIFICAR

Sigue habiendo una gran desinformación respecto a los tratamientos que hay hoy en día y que pueden realizarse, donde prima la naturalidad y el respecto a esa identidad individual. Por la calle se pasean muchos rostros en los que se han realizado tratamientos y que nunca lo diríamos, porque se ha buscado y conseguido ese equilibrio y armonía dentro de ese rostro en particular.

No queremos ser clones, queremos ser nosotros, cada uno de nosotros… _MG_0878-copia

¿Cuántas veces has oído…?

  1. El tratamiento «BTX» infla la cara.   Uno de los ejemplos más importantes de desinformación es sobre el tratamiento neuromodulador. Recordad que se suele hablar de él haciendo referencia a uno de los nombres comerciales. Con este tratamiento se produce una relajación de aquellos músculos que nos dan aspecto de cansados, tristes, enfadados, por tanto no dan ningún efecto tipo balón, al contrario nos ofrece un cierto efecto de elevación de la posición de las cejas, es decir de apertura de la mirada, un “efecto lifting”. En el fondo lo que buscamos es conseguir un aspecto relajado que transmita tranquilidad, y nunca una cara “paralizada” que pueda denotar estupor, horror o bien que resulte tan inexpresiva que no manifieste ningún tipo de emoción y que no invite a un acercamiento, sino todo lo contrario, provoque distanciamiento y desconfianza.                                            
  2. ¿Me voy a volver «adicta» a estos tratamientos si empiezo siendo joven?.  Existe en el fondo una especie de dualidad  AMOR-ODIO a realizarse tratamientos. Todos queremos estar mejor, más guapos, más jóvenes, mantenernos sanos pero al mismo tiempo nos horroriza ver algunos rostros, sobretodo los de actrices y actores famosos que nos dan pavor, quizá por el exceso de tratamientos o por lo inadecuado de los mismos o por el abuso de los mismos. Los pacientes, nosotros, queremos ser nosotros mismos, mantener nuestra identidad, y por eso, ese cierto miedo a someterse a tratamientos médico-estéticos que nos pudiesen transformar en exceso. Pero además tenemos miedo a la posible “adicción”. Evidentemente ¿quién se niega a verse mejor y sobretodo a sentirse mejor?. Pero no por ello se cae en un círculo vicioso. El facultativo médico es el que asesora y recomienda en cada momento lo más adecuado y siempre respetando unos tempos para mantener ese equilibrio natural que buscamos. Si podemos decir, que aunque la mayoría de pacientes consultan por temas faciales, pues el rostro lo “lucimos” 365 días al año, al verse mejor, luego van continuando por los tratamientos de otras áreas visibles, pero menos días al año, como el cuello y escote, las manos, los antebrazos y brazos, los muslos, las rodillas… A esto quizá sí podríamos llamarlo “adicción”…
  3. Cuándo se reabsorbe lo que me he inyectado, ¿estoy peor que al inicio?. Muchos pacientes temen que tras haberse realizado un tratamiento con ácido hialurónico y/o bioestimulador, cuando el material se reabsorbe, puesto que el organismo los elimina, no que se pierda sólamente el efecto sino que se vean peor que antes. Lo cierto es que estos tratamientos no sólo son correctivos, sino que además tienen un efecto preventivo, es decir trabajan a nivel de la dermis estimulándola para estar mejor y que el efecto sea más duradero de lo que dura el producto en el tejido. Así pues son tratamientos rejuvenecedores a corto y medio plazo.
  4. El láser es indoloro.  Cuando hablamos de dolor deberíamos siempre referirnos al umbral del dolor de cada uno de nosotros, puesto que es muy diferente en cada uno. Por tanto y partiendo de esta premisa, la respuesta es: “el láser y los tratamientos con luz intensa pulsada  son molestos”. La energía de la luz se transforma en calor una vez entra en contacto con su diana, y la sensación de calor-quemazón es inevitable. Así pues no podemos afirmar que sean tratamientos indoloros sino que son  molestos, pero que  dependerá de la zona tratada, de la cantidad de diana que haya y como no, de la sensibilidad de cada paciente.

Ya sabes qué hay de verdad en ello: son mitos que tenemos que desmitificar, valga la redundancia.