Aunque el envejecimiento cutáneo ha sido durante mucho tiempo considerado como un simple problema cosmético, con el aumento de la esperanza de vida, vemos aparecer más frecuentemente una nueva dimensión de dicho envejecimiento, que ya no es sólo de orden cosmético, sino también y en muchos casos funcional, en la medida en que la piel pierde su función más mecánica de protección y que esto, unido al debilitamiento de las estructuras de sostén, hace que cada día más pacientes soliciten tratamientos que rejuvenezcan no sólo el rostro, sino también otras áreas más visibles, como son las manos, los antebrazos y desde luego el cuello y el escote, para evitar así un cambio brusco y abrupto de las áreas de transición entre dichas zonas.
Realmente no hay elemento más denotador del envejecimiento que la presencia de un cambio notable y evidente entre áreas tratadas y no tratadas.
En el envejecimiento del cuello y el escote, así como del organismo en general, debemos tener en cuenta que cada vez más estudios certifican que la genética sólo condiciona el 25% de nuestro desarrollo biológico y que el resto depende de factores ambientales, alimentarios, hábitos tabáquicos y elementos que generan un elevado nivel de estrés. A medida que se envejece y a causa del proceso de remodelación ósea, el espacio disponible para los tejidos blandos en el área media facial disminuye, generando un exceso o redundancia de piel que recuerda a un acordeón, el conocido “efecto concertina”, y que dicho exceso de piel, va a descolgarse finalmente sobre el cuello y el escote, áreas de piel más fina y delicada y con un menor número de unidades pilosebáceas comparativamente con la piel del rostro. A tener en cuenta no sólo la laxitud de la piel sino también el tono del platisma, músculo del cuello, inmediatamente por debajo, y sobretodo valorar si hay o no grasa submentoniana (papada).
En muchos casos nos vamos a encontrar con un verdadero síndrome de insuficiencia/fragilidad cutánea denominado dermatoporosis. Los marcadores morfológicos de la fragilidad, como son la púrpura senil, las pseudo-cicatrices estelares y la atrofia cutánea suelen ir acompañados de marcadores funcionales como es la fragilidad cutánea resultante ante traumatismos menores, como laceraciones frecuentes, un retraso en la cicatrización de las heridas/llagas, una ausencia de curación de las úlceras atróficas y de los sangrados subcutáneos con formación en el peor de los casos de hematomas disecantes que conducen a amplias zonas de necrosis.
Entre las diferentes técnicas de las que disponemos hoy en día para mejorar la apariencia del cuello y del escote se encuentran, aparte de la cirugía del cuello, la inyección de ácido hialurónico (AH) en todas sus modalidades, de la policaprolactona y los hilos PDO como bioestimuladores, de mesoterapia con complejos vitamínicos, oligoelementos, ác. hialurónico y aminoácidos, así como de la utilización de peelings químicos, fuentes de luz intensa pulsada (IPL) y de láseres así como la relajación con el tratamiento neuromodulador en el caso de un músculo platisma muy notorio que deja extremadamente visibles la conocidas “cuerdas “ o bandas platismales. El objetivo de todos ellos es redensificar la piel fina y que se va volviendo atrófica con el tiempo, elastótica y cuarteada, lo que nos aportará una fortaleza en la piel que se traducirá en una mejora de su aspecto.
Es muy importante valorar la buena suspensión mandibular y mentoniana, ya que no debemos olvidar que el cuello se extiende, en su límite superior, más arriba de línea mandibular facial y que por tanto el recuperar la firmeza de la misma ya nos va a ayudar a solventar parte del problema que se nos plantea.
Si existe papada, podemos inyectar un disolvente de la grasa, para así disminuir el panículo adiposo y junto a los hilos suspensorios de varios tipos, acabar de tensar la zona .
No debemos olvidarnos de una pauta tópica “a domicilio” que favorecerá ya de entrada, una mejora de las condiciones iniciales de la piel, y a su vez favorecerá el buen curso de los tratamientos realizados en la consulta, lo que repercutirá muy positivamente a la hora de mantener los resultados obtenidos en el tiempo.
Mejora de las manchas y calidad de la piel tras el TRATAMIENTO CON IPL y LASER.